Urutaú fue fundada, al igual que muchas localidades vecinas, el 5 de octubre de 1932, por la ley nº 1176, sobre la línea del ferrocarril General Belgrano. La estación servía de centro para la carga y transporte de madera y productos elaborados a partir de ella. El tanino que se obtenía de la madera por ejemplo, era llevado por tren a las curtiembres. Los durmientes que se fabricaban aquí, también eran transportados por ferrocarril a distintos puntos del país.
La época de esplendor de Urutaú coincide con sus primeros años de vida. En ese tiempo funcionaba la empresa maderera “La Forestal”. Existían además muchos aserraderos. También había en el pueblo un emprendimiento con actividades varias, propiedad de inmigrantes libaneses, los Zemán, quienes llegaron a emplear a 100 personas en Urutaú.
Pero aunque muchos pobladores de Urutaú fueron empleados de estos comerciantes, a lo largo del tiempo la mayoría de la gente del pueblo se ocupó de la explotación del monte nativo, siendo la actividad forestal el principal medio de empleo y fuente de ingresos del pueblo. Del monte se obtenían rollos de quebracho, postes, y leña para el carbón. La falta de fuentes de trabajo ha acrecentado el éxodo del pueblo, a su vez agravado por la falta de instituciones de educación secundaria que alientan a los pobladores a buscar nuevos horizontes desde muy jóvenes.
La vegetación crece a la vera de las calles del pueblo (izquierda). A veces, tapa carteles, como el
antiguo cartel de la estación de ferrocarril (derecha)
De acuerdo al testimonio brindado por una antigua pobladora al diario El Liberal: “Este era un pueblo hermoso. Hasta no hace muchos años había grandes almacenes que eran el orgullo del pueblo. Uno de ellos, que fue el último, era de Safi Rufael, que daba trabajo a mucha gente, pero cuando él falleció, se fue muriendo Urutaú. Antes vivían aquí mil personas, ahora no somos ni ciento ochenta. Es una lástima.”
La pérdida de población de Urutaú contrasta fuertemente con las tendencias a nivel departamental. Copo paso de tener 13.619 habitantes en 1947, a tener 18.387 en 1980, 19.215 en 1991 y 26.984 en 2001.
Algunas viviendas se encuentran abandonadas (izquierda). Los pobladores a veces hacen caminos, que
atraviesan la copiosa vegetación, para acortar distancias (derecha)
Si bien el pasado esplendoroso del pueblo se ve lejano, de algún modo, el ayer convive con el hoy en Urutaú: Muchos pobladores conservan costumbres de otras épocas; los hombres trabajan fabricando postes del monte que venden a clientes de Monte Quemado y Taco Pozo, mientras que las mujeres se ocupan de las tareas de la casa, tejiendo, lavando y a menudo trabajando como personal de limpieza en localidades vecinas. Muchas casas no cuentan con servicios que hoy son considerados básicos por muchos argentinos, como la luz eléctrica y la recolección de residuos.
Tramos de las vías de ferrocarril se encuentran tapadas por la vegetación (izquierda). Las dos vías dividen al
pueblo en un sector residencial humilde y un sector más próspero
Se estima que la población menor de 18 años constituye el 65% del total, mientras que los mayores de 65 años son el 15% de la población. Una mayoría de los pobladores de Urutaú entonces, son población que no puede ser considerada económicamente activa. El 55% de la población son hombres y el 45% mujeres. Esta cifra, que representa el inverso a la tendencia en la mayoría de los pueblos del interior más prósperos, se debe al alto porcentaje de población joven, entre los cuales, demográficamente, tiende a haber más hombres que mujeres. La tasa de desocupación se estima en un 95%, mientras que un 3% de la población se encuentra empleada como docentes o personal de maestranza en la escuela. Aproximadamente el 90% de los hogares percibe algún tipo de pensión o plan estatal, siendo los más comunes, la asignación universal por hijo y la asignación a madres de más de 7 hijos. Muchos pobladores también perciben la pensión por Chagas, por discapacidad, o jubilaciones y pensiones por deceso del cónyuge, entre otras. El ingreso por planes sociales de acuerdo al relevamiento constituye un 50% de los ingresos reales, aunque cabe decir que por la reserva de algunos habitantes a compartir datos, no sería sorprendente que esta proporción sea aún mayor en la realidad.
De acuerdo a las encuestas, un 39% de la población mayor a 16 años son amas de casa, y aproximadamente un 50% se ocupa haciendo postes con madera que extraen del monte del mismo pueblo o de las proximidades del mismo. Un 7% son jubilados. El porcentaje restante se emplean como docentes o personal de maestranza en la escuela, como comerciantes, o como empleados de la planta potabilizadora.
El 56% de los habitantes se encuentra bajo la línea de indigencia y un 33% se encuentran en situación de pobreza. El ingreso promedio por habitante en el pueblo se acerca a los 400 pesos, con un ingreso máximo estimado en 1600 pesos por habitante y un mínimo de 100 pesos por habitante por mes. La población no se caracteriza por su grado de emprendedorismo ya que poco más del 90% no se ocupa de producir artesanías, liderar proyectos productivos, o practicar algún tipo de oficio de manera independiente.
Perfil social
Sin duda el grupo etario predominante en el pueblo son los niños y jóvenes. Constituyen aproximadamente en 65% de la población. La escuela primaria y el jardín atienden las necesidades de aproximadamente 60 de ellos, de un total de población de 118 personas en la planta urbana y 196 en la parte urbana y rural. Comúnmente al terminar el primario, los estudiantes son becados por APAER o Misiones Rurales para asistir al secundario en Monte Quemado o Taco Pozo. Muchos se trasladan con moto o en colectivo y muchos de ellos se mudan a vivir allí durante la semana, y regresan al pueblo en cuanto pueden para reunirse con sus familias. Muchos adolescentes al terminar el secundario, abandonan el pueblo, y un grupo se queda en el pueblo haciendo postes.
Los alumnos de la escuela limpian el lote adyacente donde pueden jugar partidos de futbol (izquierda). Los alumnos de sexto y séptimo grado realizan viajes organizados por la escuela (derecha)
Tal vez la dificultad que los jóvenes identifican como primordial sea la ausencia de canales de participación y representación. Esta ausencia de acompañamiento viene emparejada con desmotivación generalizada. Algunos jóvenes se entregan al alcohol o al hurto de animales de vecinos ante la ausencia de oportunidades laborales, educativas, y recreativas en el pueblo. El fútbol está presente en la vida de muchos jóvenes. Las carencias más importantes que sufre el pueblo de acuerdo al testimonio de una joven es la intransitabilidad de caminos en días de lluvia, que dificulta el ingreso y salida del pueblo, la falta de señal para comunicaciones celulares, la ausencia absoluta de telefonía fija, la falta de una plaza como centro recreativo de la juventud y el favoritismo político como medio de acceso exclusivo a fuentes de trabajo. Los jóvenes identifican a Reina “Pochi” Altamiranda, la directora de la escuela, como principal referente. Desean cambios y mejoras en la provisión de servicios de salud e infraestructura, y principalmente, la oferta de talleres de oficios. Sueñan también con la apertura de una escuela secundaria.
Un grupo etario minoritario son los mayores de 65 años, representando aproximadamente un 15 a 20% de la población. Los mayores del pueblo son en su gran mayoría mujeres ya que los hombres de esta edad, por lo general, han fallecido. Los principales canales de participación de la población mayor son la iglesia católica y la escuela, a través de las convocatorias que realiza Reina Altamiranda para actos patrios. Si bien pareciera que los jóvenes y los mayores no conviven demasiado, los mayores se quejan de la falta de educación de las nuevas generaciones y la falta de respeto, la adicción de algunos de ellos al alcohol, y la participación de algunos en actos de vandalismo y robo dentro del pueblo.
La población mayor de edad es en su mayoría de sexo femenino. Una de las pobladoras antiguas mas emblemáticas es Agustina Villalba (derecha) quien recuerda la historia del pueblo, especialmente sus años de esplendor, cuando trabajaba en el almacén de Tanus Zemán. Hoy por hoy, muchos pobladores mayores citan a la iglesia católica como punto importante de reunión (izquierda)
Capacidad para autosustentarse
El pueblo lucha diariamente para autosustentarse. Con la declinación del proyecto de la Cooperativa, y la ausencia de empleadores, los pobladores se han vuelto dependientes de la ayuda del estado para llevar adelante sus familias, las cuales suelen ser numerosas. Los hombres jóvenes y adultos suelen hacer postes con madera del monte y las mujeres se dedican al hogar. Muchos pobladores cuentan con animales tales como gallinas, cabras, cerdos, vacas, y patos, y casi la totalidad de los hogares encuestados cuenta con algún tipo de huerta. Aun así, de acuerdo al testimonio de algunos adultos, algunos niños dependen de la comida que se da en la escuela al mediodía como única o principal fuente de alimentación. Para mejorar las condiciones precarias de vida de algunos pobladores, sería necesario contar con la presencia del estado, o mayor presencia de otros actores que puedan suplir la ausencia de éste, para lograr la autosustentabilidad del pueblo.
La hora del almuerzo es el momento culminante del día escolar para los niños de la escuela
Evolución del pueblo
En términos generales el pueblo ha visto una involución respecto de su época dorada, es decir, de su época de fundación y las décadas inmediatamente siguientes. Muchos hogares han visto mejoras tales como la provisión de luz eléctrica (no presente en todos los hogares del pueblo), la cual comenzó a llegar en la década del 70, remplazando las lámparas a kerosene. La pavimentación de la ruta 16 entre los años 1976 y 1978 mejoró la comunicación del pueblo con localidades vecinas. Sin embargo la falta de movilidad y el costo prohibitivo del transporte hacen que la población todavía se encuentre relativamente aislada. La infraestructura y las oportunidades laborales han empeorado notablemente ante la muerte de los emprendedores que daban trabajo a la mayor parte de los habitantes. Nunca hubo oficinas públicas en el pueblo, y la comisaría fue levantada. Existía una cabina telefónica pero desde hace cuatro años, ya no está. Los pobladores dependen de la telefonía móvil, pero cuelgan sus teléfonos en árboles o cercos a lo largo y ancho del pueblo para poder recibir señal. Muchas veces tienen que acercarse a la ruta para poder hablar.
La ruta 16 (abajo) conecta a Urutaú con Monte Quemado y Taco Pozo.
De estos pueblos vienen camiones que periódicamente traen mercadería para abastecer a los comercios (arriba)
Problemas que enfrentan
Los problemas que enfrentan los pobladores son múltiples. Si bien la mayoría manifiesta que la presencia de estos problemas no ha logrado aún expulsarlos del pueblo, el grado de disconformidad con las diversas carencias es manifiesto. Naturalmente, las principales quejas se encuentran relacionadas a la falta absoluta del estado. Los pobladores expresan que están “olvidados”. Paralelamente, la falta de emprendimientos y empleos hacen que su situación de vulnerabilidad sea mayor. Gracias a la red de asistencia estatal, muchos de ellos se mantienen relativamente satisfechos. Muchos otros manifiestan que esta red es la principal razón por la que las familias son cada vez más y más numerosas.
Con la precariedad económica y la ausencia del gobierno local, conviven un sinfín de necesidades y carencias. Desde la cuestionable potabilidad del agua de red, la falta de luz en muchos hogares, la falta de un medico o ambulancia, la ausencia de red telefónica y mala señal de la telefonía celular, el costo prohibitivo de movilizarse y la ausencia de instituciones en el pueblo, hasta la falta de actividades sociales y recreativas, las divisiones religiosas, el favoritismo y clientelismo político y el deterioro infraestructural de calles y casas del pueblo. A pesar de este mar de necesidades insatisfechas, se destaca la atmosfera cálida y familiar de los pobladores y la gran presencia de niños y jóvenes, la generosidad de ellos para con los forasteros, y la voluntad de seguir adelante.
En cuanto a los proyectos no concretados, al no haber gobierno local, el liderazgo en materia de proyectos ha sido adoptado por Reina Altamiranda, la directora de la escuela. Fuera de su persona y su equipo, no hay liderazgo en Urutaú que desee llevar adelante proyectos de interés común. La Cooperativa La Solidaria fue un proyecto notable, pero ante la falta de consenso y conocimientos técnicos, el proyecto experimenta un impasse.
En materia de infraestructura, los pobladores ansían la limpieza de las calles y la instalación de luminarias. Por la noche el pueblo queda sumido en una oscuridad casi total. La distancia entre las casas del pueblo y la copiosa vegetación que crece a la vera de los caminos empeora la situación. Los caminos son difíciles de transitar, especialmente en días de lluvia.
Los caminos de tierra a menudo se estropean después de las lluvias. Son entonces difíciles de transitar
Los pobladores sueñan con fuentes de trabajo. Ante la improbabilidad de la materialización de un emprendimiento que emplee a muchos pobladores, como en los viejos tiempos, ponen de manifiesto su deseo de recibir donaciones de todo tipo, pero principalmente, comida o subsidios para comida, los cuales podrían ser administrados desde la escuela, y utilizados en su mayoría para la alimentación de los niños, algunos de los cuales sufren de desnutrición en diferentes grados. En menor medida, los pobladores necesitan remedios, material sanitario, y ropa.
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