ATRACTIVOS

De acuerdo a la opinión de los pobladores de El Tropezón, el mayor atractivo del lugar es el paisajístico. Está enmarcado por cerros de mediana altura y a 2 km corren las aguas del río Diamante.

La mayoría menciona como un atractivo particular, la tranquilidad con la que se vive allí, que saben valiosa tanto para los propios lugareños como para las personas que visitan el pueblo desde grandes o medianas ciudades, en las que esa tranquilidad es difícil de encontrar.

Fuente: Elaboración propia sobre la base de encuestas al 20% de la población y entrevistas a informantes clave.

El Tropezón está enmarcado por cerros de 1.400 m de altura. Se trata de una zona de fincas –con producción de vid y otros frutales-, que cubren la tierra de verde intenso en primavera y verano. Las calles internas del pueblo, de tierra, están flanqueadas por frondosos árboles que llevan al visitante a sentirse en plena naturaleza. El pueblo puede recorrerse a pie o en bicicleta en una ciclovía de 2,5 km que cuenta con iluminación nocturna.

Paisaje rural de El Tropezón

                                                                                                                                                                    La ciclovía

Al sudoeste del pueblo, se vislumbran sobre el horizonte los cerros de hasta 1.400 m de altura, que bordean parte del curso del río Atuel.

Sitios de interés

  • Bodegas
    Algunas de las bodegas localizadas en los alrededores de El Tropezón reciben visitas de turistas, a quienes muestran el proceso de producción vitivinícola y el funcionamiento de las bodegas. Muchas incluyen degustación de vinos.
    - Bodega Barral y Roca S. A. – “Roca Wines”: Visitas guiadas gratuitas. Ruta 165 y La Pichan, Cañada Seca
    - Bodega Lavaque: Visitas guiadas gratuitas. Ruta 165.
  • Cañón del Atuel y Valle Grande

La estadía en El Tropezón es una buena oportunidad para conocer el Cañón del Atuel, cuyas formaciones elevadas ya se vislumbran desde el pueblo. Se recorre a lo largo de un sector de 67 km del río Atuel, sobre la ruta Provincial Nro. 173, y constituye uno de los atractivos más importantes de la provincia de Mendoza por sus impresionantes geoformas generadas por acción del viento y el agua sobre la formación geológica original. Los barrancos del cañón alcanzan unos 100 m de altura.

Fuente: Dirección de Turismo de San Rafael. http://www.sanrafaelturismo.gov.ar

El recorrido se puede iniciar en el Valle Grande, a 35 km de El Tropezón, o en El Nihuil, a 70 km aproximadamente.

Valle Grande contiene un dique con un embalse de unas 500 has aprovechado para deportes acuáticos como natación, buceo, esquí acuático, remo y windsurf, entre otros. Al otro lado del dique, en el río Atuel que continúa su recorrido, se practica el rafting, y en tierra, deportes como el rappel y mountain bike.

La oferta de alojamiento incluye cabañas y departamentos.

Dormitorio matrimonial y exterior de la cabaña El Segundo Paraíso

Departamentos RC sobre la ruta

Por oferta gastronómica, se debe ir a la ciudad de Salto de las Rosas, a 6 km. del pueblo. Allí hay un restaurante y parrillas.

En septiembre, todos los años se festeja la fundación de El Tropezón. Para el año 2013 se cumplen 100 años de su fundación y para celebrar, se llevarán a cabo distintas actividades a lo largo del transcurso de una semana.

 

Personajes

El pueblo entero recuerda con especial cariño a Juan Manzano. Es que Juan fue una persona que no pasó desapercibida por todo su trabajo en favor de El Tropezón: participó activamente de la unión vecinal, fue tesorero, secretario y presidente del club –en distintos momentos-, fue secretario rentado del distrito.

Uno de sus aportes más significativos para el pueblo fue su persistente trabajo para que les llegara la ansiada provisión de luz eléctrica y agua potable, que derivó en que finalmente llegaran estos servicios para su gente. Juan nació, vivió y murió en El Tropezón; dedicó su vida a trabajar por su familia y su pueblo. Se casó y tuvo tres hijas mujeres, que ya extendieron la descendencia con varios hijos. Pasados algunos años de su fallecimiento, lo recuerdan con mucho cariño, al igual que todas las personas del pueblo, que saben que hoy El Tropezón no sería lo que es si Juan no hubiera hecho todo lo que hizo.

Fuente: Foto aportada por la viuda de Juan Manzano.

Salvador Barroso Toro o "El escritor" nació en el año 1941, y en 1947 ya estaba viviendo en El Tropezón. Sin embargo, sus ganas de conocer otros lugares, de vivir experiencias nuevas, su flexibilidad para cambiar de trabajo y de lugar de residencia ante eventuales oportunidades, llevaron a que durante muchos años, su vida fuera de itinerante: unos años en Buenos Aires, algún otro en Entre Ríos, un par más en Misiones.

Dice que esas vivencias, siempre fueron una de las principales motivaciones para su inspiración al escribir. Hace unos años volvió a su pueblo; y desde ahí, sigue escribiendo sus poemas, gracias a que repara “en esas cosas que me hacen bien para el alma, para el espíritu”. En su casa, en la que vive con su mujer y muchos perros y gatos a los que salvaron del abandono, cuida además de las plantaciones, de que sus seres queridos sigan presentes a través de las fotos, y de estar siempre atento a participar de concursos de poemas, en los que siempre es reconocido –al igual que en todos los eventos del ambiente literario de Mendoza-. De esta manera, logra que se publiquen sus obras en los libros antológicos. Sin embargo, aspira a no depender de esas recopilaciones, sino que asegura que “el sueño mío es publicar un libro entero, completo, mío”.

Mientras camina a alcanzar ese anhelo, lo siguen llamando para que presencie actos, eventos culturales, encuentros literarios y demás; y en su pueblo, con mucho respeto lo mencionan como una de las personas que no hay que dejar de conocer.

Uno de los poemas que Salvador comparte:

En tu diestra un cáliz
Domingo cinco de setiembre
Del año dos mil diez
Comenzó a titilar para siempre
Por su propia brillantez
Una estrella en el firmamento
Con guiños despampanantes
En lo terrenal fue el lamento
Y la congoja reinante…
Querido hermano Evaristo
Fue tanta lucha terrenal
Que tu destino ya escrito
Eximido fue de lo banal
Te quisimos y te adoramos
Nos jactamos de ser unidos
Por cierto que te lloramos
Pero no nos verán vencidos.
Hoy sabemos que sos feliz
Tu imagen está radiante
Con una aureola fulgurante
Y en tu diestra un cáliz
Brindando desde el infinito
Por todo lo ya logrado
En este mundo bendito
El señor te ha perdonado.

Salvador a los 18 añosde edad. Fuente: Foto aportada por la Salvador Barroso.

Historias y leyendas

El Lobizón
A principios de la década de 1990 hubo fuertes tormentas de granizo en la zona, que dañaron las plantaciones de las fincas. El resultado fue una larga temporada sin trabajo para todos aquellos involucrados en la actividad vitivinícola y de frutales. Uno de los afectados, poblador de El Tropezón, decidió abrir un bar, que comienza a ser muy concurrido cada noche por los hombres del lugar. Las mujeres del pueblo no estaban contentas con ver que sus parejas estaban horas fuera de casa, abocados al alcohol y al juego.

No se sabe si se trató de una argucia femenina, pero un día, una de ellas aseguró que en la noche había escuchado a un lobizón. La historia no tardó en ser apropiada por las otras mujeres, que también testificaron haberlo oído o visto las noches siguientes. Mes a mes se fue instalando el miedo en los pobladores, especialmente en los hombres que acostumbraban pasar la noche con amigos en el bar.

Aparecieron distintas versiones sobre la apariencia de este animal; llegaron a asegurar que tenía cara de chancho. Muchos aprovecharon para hacerse pasar por la bestia, haciendo sonidos nocturnos, campo adentro, aprovechando los efectos del eco.

El miedo se propagó cuando la gente empezó a salir armada a modo de defensa ante la posible aparición de este misterioso animal, ya que cualquier movimiento sospechoso podía impulsar un disparo, y nadie quería exponerse a ese riesgo.

Así es que los hombres, en unos meses, empezaron a optar por quedarse en sus casas a la noche.

Historia redactada por una de los pobladoras de El Tropezón que presenció los tiempos del lobizón:

“En mi pago como en tantos cuesta ganar el centavo.
Allá andan los muchachos perdidos en los boliches.
Entre copas y festines el pan de sus retoños al cacho lo van jugando.
De nuevo en su aquelarre están las brujas maquinando.
Aparecen luces malas y hasta dicen que anda suelto un lobizón que rebuzna y tiene la cara como chancho.
Es de ver el revuelo, ¡no se habla de otra cosa!
Han llamado a los milicos; a la Comisionada la tienen loca y se comenta en las esquinas:
- ‘El diablo anda al cura buscando’
Le han echado la culpa a un ratero que dicen las malas lenguas:
- ¡Magia negra está estudiando!
La madre, buena testigo, le ha quemado todos los libros y ahora el muchacho no sabe cómo deshacer el pacto.
- ¿Sabe Doña Sempronia? Ayer pasé por “LA E.T.A.P.A.”; entre piedras, telarañas, cajones y botellas rotas oí rugir a la bestia. ¡Viera cómo se lamentaba!; ¡Cómo sufre ese cristiano!
También dicen:
-Que el Tito cuarentón lleno de penas sale a aullarle a la luna sus cuitas de enamorado de una niña allá lejos, por pobre lo despreciara.
Si algún marido regresa antes de lo convenido:
Cerca de la ventana abierta, grita la pícara al punto:
- ¡Ay! ¡Ay! ¡mi amor! ¡Qué susto! El lobizón me ha atacado. ¡Vieras qué bicho feo! ¡Ojos como brazas! ¡brazos largos! ¡bien peludo! ¡qué grande lo tiene todo! Córrelo que se escapa.
Lo cierto es que en mi barrio, de donde saliera este cuento, los hombres bien tempranito ya están metidos en su cueva.
- ¿Querés un mate viejito? ¿No vas a ir con tus amigos? Mirá, te he preparado la ropa- dice con sorna la esposa.
- No mujer, estoy cansado… me duelen todos los huesos. ¡Me parece que tengo fiebre!
Y pronto entre cobijas bien calentito se mete, con el fierro cerca de la almohada y una lata bajo la cama, que por ahora ni aunque lo maten piensa salir para el patio.
EPÍLOGO
A usted le digo viajero, si se acerca por mi pueblo, cuídese de las brujas que las hay de todas layas.
Las hay con cara de ángel, las hay con pinta de diablos. Las hay de todas clases, ninguna se queda en saga. Aquí la cosa está clara: “Ande derecho y a su casa”.
FIN
- Por el año 1991, desde el mes de enero a junio, un distrito rural de San Rafael fue conmovido por un lobizón bastante raro, los diálogos que aquí relato son reales y la historia comenzó en mi pueblo chico, El Tropezón.
- Mis paisanos cuando están enojados o quieren agrandar un hecho utilizan el “usted”.
- E.T.A.P.A.: Una bodega abandonada de Salto de las Rosas.
- Testigo: Testigo de Jehová.”
Autora: Marta Juarez

Patrimonio cultural


La capilla San Roque fue construida a mediados de la década de 1980. Anteriormente, se celebraba misa en la escuela del pueblo; ante el deseo de contar con una estructura adecuada, se juntaron fondos, fundamentalmente de donaciones del extranjero - gracias al trabajo del Padre Franco Reververe- y se completó la obra. Las imágenes de los santos que están al interior de la capilla fueron traídas de Italia.

Después de la construcción de la capilla se procedió a la de los salones parroquiales, y el lote, muy amplio, es usado como parque para distintos encuentros religiosos; se nombró en honor a aquel personaje tan querido y recordado por la gente de El Tropezón: Juan Manzano.



El viejo bar fue parte esencial de la historia de El Tropezón. Ubicado en la esquina que mira la punta del ángulo que se forma con la pronunciada curva que hace la ruta al pasar por el pueblo, fue en otros tiempos bar, confitería, espacio de encuentro nocturno para los trabajadores de las fincas; sede de obras de teatro, de las primeras proyecciones de películas, centro cultural y social. Resulta casi indispensable conocerlo para de alguna manera, visualizar el pasado del pueblo.

                                                           El viejo bar                                              Mouriño                                                     La Severina

Si bien hoy siguen activas, las fábricas y comercializadoras de conservas La Severina y La Franco Argentina son edificaciones que fueron eje de la historia de El Tropezón en sus épocas de esplendor. Hoy son emblemas de lo que El Tropezón llegó a ser; conocerlas es conocer lo que es y fue la actividad del pueblo, y en sus espacios vacíos se adivina la caída de la producción que acompañó el fin de la época de esplendor del pueblo.