POBLACION

Antiguamente, las tierras en las que se estableció San Isidro y todo el departamento eran habitadas por los aborígenes Huarpes. A la llegada de los españoles el cacique era Angaco, quien estableció con los conquistadores una relación muy pacífica. De hecho, su hija se unió en matrimonio con Juan Eugenio de Mallea, segundo de la expedición española de Juan Jufré, que fue la que arribó a la zona.

El extenso territorio que ocupan los departamentos de Albardón, Angaco y San Martín (este último contiene al distrito de San Isidro) fue dado en dote, y las tierras permanecieron sin ser cultivadas hasta que, en 1816, el Cabildo de San Juan logró obtener la posesión completa de esos campos. En 1869 se separaron los tres departamentos, momento en el que el actual San Martín recibió el nombre de Angaco Sur, actualizado a San Martin el 19 de septiembre de 1942. El actual nombre, San Isidro, es posterior y responde a la tradicional devoción a ese santo, representado en una imagen que hoy se conserva junto a otra, utilizada para procesiones, en la capilla homónima. 

Antes de 1975 predominaban las fincas con plantaciones de vid, y la población se distribuía de manera dispersa a lo largo del distrito, de acuerdo a las fincas o a las bodegas en las que trabajaban. En ese año se concluyó la construcción de una serie de viviendas en el barrio San Isidro Centro, que funciona como cabecera del departamento de San Martin. El plan de viviendas se llevó a cabo a través de un sistema de cooperativas que dio trabajo a un gran número de personas desempleadas, y que fueron capacitadas para la construcción. Luego, personas de distintos puntos de la región tuvieron acceso a esas viviendas y consolidaron la demografía, dando inicio a un proceso de acomodamiento y de crecimiento, logrando una convivencia pacífica entre ellos. 

Ocho años después, en 1983, se desarrolló otro plan de viviendas que dio forma al barrio Independencia, a 7 km del barrio  Centro, dentro  del  distrito  de  San  Isidro.  Casas  de  un  piso,  agrupadas  en  alrededor  de 16 manzanas,  fueron habitadas por pobladores de la zona. Se fue consolidando una identidad propia del barrio, producto del encuentro entre los vecinos que ya residían allí con los nuevos, quienes se mostraron dispuestos a abrirse a los demás. 

Una de las tradiciones que se sostuvo desde aquellos años y perdura hasta estos días es la del Corso. En épocas de carnaval, chicos, jóvenes y adultos se preparan para vivir dos fines de semana consecutivos de fiesta, con la muestra de carrozas decoradas por ellos mismos. Desde hace unos años, la intendencia del departamento estableció que se hiciera rotativamente, de a un distrito por año. 

Por su parte, la devoción a San Isidro durante muchos años movilizó a un gran grupo de pobladores del lugar, a través de procesiones, novenas y misas que año a año honraban al patrono del distrito. Si bien el número de devotos es menor al de aquellos tiempos,  no se le pierde la mirada a ese santo. 

Imagen de San Isidro

La actual traza de San Isidro responde a planes de vivienda que impulsaron su crecimiento y obligaron a la relocalización de poblaciones existentes e incorporación de un gran número de vecinos que provenían de otros departamentos. 

San Isidro presenta un crecimiento poblacional sostenido, que se refleja en los continuos planes de construcción de viviendas que son rápidamente ocupadas. De hecho, no alcanzan a cubrir la demanda, lo cual se traduce en familias compuestas por 3 generaciones que comparten un hogar.  

La producción vitivinícola, que antiguamente daba trabajo a casi toda la población, hoy no alcanza a cubrir la demanda laboral de muchos de sus habitantes. Los trabajos estacionales en las cosechas compensan esa falta de empleo, pero representan inestabilidad para el ingreso familiar. Los jóvenes que no tienen un empleo estable son quienes aprovechan esta oportunidad e intentan sobrevivir el resto del año con estos ingresos estacionales. Otras fuentes de ingreso son los planes de trabajo ofrecidos por el gobierno nacional. Las mujeres son quienes por lo general resultan beneficiadas con un trabajo de pocas horas diarias tales como el mantenimiento de plazas, escuelas y otras instituciones. Todo esto no cubre la necesidad de puestos de trabajo y coinciden en la importancia de generar trabajos genuinos que ofrezcan estabilidad económica y retengan a los pobladores en su localidad.

San Isidro es un distrito que, para su crecimiento, encuentra el obstáculo de la disgregación por la distribución de sus barrios. La distancia física entre ellos, campo de por medio, implica que haya una significativa distancia en otros aspectos; la vida cotidiana se desarrolla de manera segregada para cada barrio. Esto es algo propio de una dinámica que responde a las ubicaciones y a las complicaciones que encuentran los habitantes para los traslados. Sin embargo, se convierte en una característica que puede jugar en contra a la hora de hablar de un trabajo de desarrollo íntegro, inclusivo y abarcativo a todo el distrito.

Perfil social

La comunidad del distrito de San Isidro presenta perfiles fuertemente sesgados según el grupo etario al que pertenezcan.   

Gran parte de los jóvenes completa los estudios primarios pero no los secundarios. Para hacerlo deben trasladarse a otros pueblos para cursarlo, a un costo elevado por las tarifas del transporte. No obstante, es importante aclarar que cuentan con posibilidades concretas de becas de estudio que compensarían esos gastos. Además, en muchos casos, los adolescentes ya trabajan y/o tienen hijos y se les hace difícil conciliar sus tareas con el estudio. 

Muchos adultos manifiestan su pesar por la situación de la comunidad joven de San Isidro, argumentando que no ocupan su tiempo con actividades productivas o estudiando, sino que “están todo el día en la plaza” o “se juntan siempre a tomar a la noche”. La mayoría concuerda con que se está generando una tendencia hacia las adicciones por parte de los jóvenes, producto de la inactividad. 

Algunos jóvenes se sostienen económicamente con los planes de trabajo como “Argentina Trabaja”, que implica pocas horas de tareas muy simples por día, para un sueldo suficiente para cubrir sus necesidades. Otros trabajan en el campo en la cosecha de vid, un trabajo muy intenso, de muchas horas por día y de alta exigencia física en épocas de temperaturas muy elevadas. Con las ganancias de esos dos o tres meses se sostienen el resto del año. Los jóvenes presentan una remarcable falta de motivación para cambiar su situación; son descriptos como “conformistas” por muchos pobladores (incluso por jóvenes mismos). En general no buscan capacitarse sino que dedican sus días a trabajar mínimamente y el resto del tiempo, a dar vueltas por el pueblo, juntarse entre amigos, y a la noche, fundamentalmente los fines de semana, consumir bebidas alcohólicas en alta cantidad. 

Uno de los comentarios que se escuchan es que “la droga no llegó al pueblo”, lo cual es claramente positivo y es expresión de cierto resguardo social producto de estar alejado de grandes ciudades. 

Otra característica destacable es la temprana edad a la que las mujeres, aún solteras, son madres: es muy común que a los 15 años ya hayan tenido un hijo, y en algunos casos, más de uno. Eso va entrelazado con los obstáculos para terminar el secundario, ya que estudiar al tiempo de criar hijos es muy difícil, por lo cual no suelen contemplar esa posibilidad. 

Parte de la situación general de los jóvenes se refleja en una predominante ausencia de sueños y expectativas a largo plazo, lo cual contribuye a que perpetúen su situación sin imaginar cambios. Hay un pensamiento general de que el progreso se encuentra afuera de San Isidro, por lo que muchos jóvenes se van del distrito a buscar trabajo en otros lados, si bien hay ciertas posibilidades laborales dentro del pueblo.

En general, hay críticas hacia la falta de participación de la comunidad en distintas actividades y propuestas, fundamentalmente por el desaprovechamiento de las oportunidades y espacios que genera la municipalidad u otros vecinos. Esto se hacía palpable cuando, por ejemplo, muchos sanisidrenses decían querer cursos de cocina cuando en el pueblo tienen un centro de capacitación profesional en gastronomía; o reclamaban espacios para la recreación y deportes, cuando cuentan con un importante club en cada barrio. De todas formas, estas actitudes no son generalizables a todos los vecinos de San Isidro, ya que en varios de ellos muestran proactividad e iniciativa para proyectos, y participación en diversas actividades. 

En el muestro representativo se consultó a los vecinos sobre las características positivas del pueblo. Las 3 respuestas más mencionadas fueron: 

Paisaje

23,0 %

Elaboración de productos, artesanías

23,0 %

Espíritu de unión y solidaridad de la comunidad

16,2 %

 Capacidad para autosustentarse

En San Isidro hay diversas actividades productivas. Por un lado, el trabajo en el campo e industria: gran parte de los jefes de hogar trabajan en las numerosas bodegas de la zona o en los viñedos. Incluso muchos niños son mandados a trabajar en las épocas de cosecha, a pesar de que es un trabajo muy sacrificado por las condiciones climáticas (muy altas temperaturas y alta heliofanía) y la demanda de esfuerzo físico. Es un trabajo muy elegido por jóvenes, ya que les permite sostenerse a lo largo del año aún sin encontrar otro tipo de ocupación formal. 

Una de las actividades con mayor crecimiento es la producción de cabras, fundamentalmente destinada a la venta de chivitos. Los productores se agruparon a fin de poner en común sus inquietudes y herramientas para coordinar la competencia a modo de garantizar el incremento equitativo de las ventas. 

Por otro lado, hay un importante grupo de artesanos que participan de ferias rotativas por departamentos en San Juan, así como en grandes ferias en el resto del país. Las ventas se producen fundamentalmente fuera de San Isidro. Los artesanos están agrupados de manera de trabajar en conjunto, asistir a las ferias, estar al tanto de los potenciales lugares de venta, etc. Reciben apoyo de la municipalidad para presentar sus productos. 

Un tercer grupo de sanisidrenses tienen pequeños comercios, en general atendido por mujeres; hay varios almacenes y kioscos.  La mayoría de las mujeres son amas de casa y muchas otras, especialmente las jóvenes, participan de planes sociales que implican que trabajen pocas horas al día, en tareas como por ejemplo regar la plaza, limpiar la escuela, etc.

 

 

San Isidro es un distrito que está en plena etapa de desarrollo en muchos aspectos. Está en una buena situación económica, social y de servicios, en relación a tiempos anteriores. Tiene potencial para seguir creciendo, pero debe superar una serie de obstáculos que, de acuerdo a la opinión general, son los referidos a  la propia  actitud de los sanisidrenses: la falta de proactividad, la desmotivación y la falta de acuerdos entre vecinos, por nombrar los más destacados. 

La mayoría coincide en que la falta de trabajo es el mayor problema con el que se enfrentan, que  además es motivo por el cual muchos jóvenes optan por mudarse a otras localidades.

 

Se está desarrollando un parque industrial en las cercanías a San Isidro, con lo cual se espera que en el corto plazo estén funcionando varias industrias que den trabajo a la población que los demanda.