POBLACION

Las tierras del Chaco santafesino, que estaban habitadas por los aborígenes tobas, mocovíes y abipones, fueron tomadas por los gobiernos criollos, que buscaban un mayor desarrollo y explotación de la tierra. En ese contexto, con el área ya en dominio de los criollos, Mariano Cabal y Patricio Cuyen adquirieron los terrenos que hoy ocupan el pueblo y sus alrededores, y allí fundaron la colonia “Estancia Grande”, con familias suizas, alemanas y francesas. Cabal, motivado por la enorme reserva de ganado cimarrón (silvestre) de la región, tuvo la idea de crear un saladero de carnes, que se inició como proyecto concreto cuando lo puso en manos de Eugenio Alemán. Años después, el 15 de noviembre de 1885, comenzó a funcionar este saladero denominado San Javier; pero su ideólogo no fue testigo de las primeras faenas porque falleció meses antes, el 26 de abril de ese mismo año.

   

                                            Saladero Cabal en 1900                                         Galpones de Bovril

Las primeras funciones del saladero se reducían a salar carne para su venta en el extranjero como tasajo. En 1890, la empresa Kemmerich, ya dueña de otro saladero sobre el río Paraná, compró el emprendimiento y lo destinó a la producción de carne enlatada (corned beef). Introdujo mejoras en la tecnología de producción y en la infraestructura edilicia del establecimiento.

En 1905, una importante inundación afectó fuertemente la zona y Kemmerich decidió vender el saladero. La empresa Bovril lo compró  y también otro en Santa Elena, ubicado sobrela orilla de enfrente, cruzando el río San Javier, en la provincia de Entre Ríos. Así consiguió hacer una división de las industrias: trasladó al de Santa Elena algunas de las instalaciones del saladero San Javier y dejó en este  el ganado, una curtiembre y las oficinas.

En 1910 realizó el traspaso total a Santa Elena y las tierras de lo que hoy es el pueblo, que quedaron fuera de la participación productiva, fueron vendidas en el año 1965 a la inmobiliaria San Javier. Esta se ocupó de subdividirla en lotes que puso a la venta, que fueron adquiridos por residentes de San Javier. Allí construyeron casas de fin de semana, con lo que aumentaron el número de viviendas: en 1960 se reducía a 13 casas en la zona urbana. La escuela y algunos otros edificios seguían funcionando, por ejemplo, el almacén de Ramos Generales, que fue demolido en 1980.

Folleto que promociona la venta de lotes en Saladero Cabal
Fuente: Barrios, Idilio: Origen y desarrollo del Saladero M. C.

La cantidad de vecinos creció y con ella surgió la necesidad de reunirse, desarrollar y administrar distintas actividades y servicios. Se empezó entonces a gestar la unión vecinal, con el empuje de Luis Héctor Genero. En diciembre de 1993 se dictó la Ley de Creación e la Comuna de Saladero Mariano Cabal y, en agosto de 1994, asumió Genero como presidente. En diciembre del 2002 falleció y fue elegido sucesor Armando Pereyra, quien –en enero de 2013– continúa en el puesto.

A lo largo de su desarrollo, Saladero Cabal sufrió  varias crecidas extraordinarias del río San Javier, además de aquella inundación de 1905 que motivó a Kemmerich a vender el saladero. En 1966, el agua alcanzó los 6,94 m y cubrió el pueblo e, incluso, la ruta Provincial Nro. 1. En 1982 y 1983 –en distintos momentos pero como parte de la extensa duración de una misma crecida–, el nivel superó los 8 m y volvió a afectar al pueblo. Luego de esta crecida, la ruta, como parte de las obras de su reconstrucción, fue elevada a una cota que evita que sea cubierta nuevamente. Pero esto provocó que se convirtiera en un dique lateral que contiene las aguas en el lado este, que perjudica a Saladero Cabal y a las otras localidades costeras: el agua no encuentra paso y los cubre[1]. En 1992 hubo otra crecida extraordinaria, que motivó a la concreción, ese mismo año, de la construcción de la defensa costera que hoy conserva el pueblo.

    

                Inundación de 1905                                                                        Inundación de 1983

[1] Fuente: Montagnini, M. y otros: “Evolución Morfológica de la Embocadura de los Ríos Colastiné y Leyes, Planicie Aluvial del Paraná Medio”, en RIOS 2005: Principios y Aplicaciones en Hidráulica de Ríos. H. D. Farias, J. D. Brea y R. Cazeneuve (Editores). ISBN 987-20109-4-3 (CD-ROM) & 987-20109-5-1 (libro). Segundo Simposio Regional sobre Hidráulica de Ríos, Neuquén, Argentina, 2-4 nov. 2005. Consultado en la web en enero de 2013. Sitio: http://irh-fce.unse.edu.ar/TC/TC_Montagnini-Amsler_et_al.pdf

En la zona urbana de Saladero Cabal, de acuerdo con el censo 2010, viven 588 personas; en la zona rural, otras 269, lo cual en conjunto resulta en unos 857 habitantes.

Perfil social

La mayor parte de la población adulta ha cursado el primario completo como nivel máximo de educación, circunstancia que responde al patrón esperable porque décadas atrás no era obligatorio cursar el secundario. (La educación secundaria se hizo obligatoria en el marco de la  Ley de Educación Nacional Nro. 26.206, establecida en diciembre de 2006). Además, la ausencia de la oferta de esta formación en el pueblo dificultaba –y lo sigue haciendo– la asistencia a clase. En cuanto a los jóvenes, en general cumplimentan los estudios primarios y secundarios, pero pocos tienen la posibilidad de seguir estudios terciarios o universitarios. Los que los alcanzan en su mayoría migran a otras localidades en donde pueden desarrollarse como profesionales.

De todas formas, los jóvenes tienen aprecio por su pueblo, al igual que sus mayores: solo el 17% de los encuestados aseguró que, por algún motivo determinado, estaría dispuesto a vivir en otro pueblo o ciudad.

Uno de los principales motivos por los que los saladerenses valoran su pueblo es la tranquilidad con la que aseguran vivir, basada en la confianza de los propios vecinos. Sin embargo, algunos sostienen que la policía debería realizar más controles, debido a  que sucedieron algunos episodios violentos que irrumpieron con la paz de todos los días.

Con respecto a la situación socioeconómica, se deduce de las encuestas que el 67% de la población se ubica por sobre la línea de pobreza, es decir que sus ingresos superan esa  línea y les permiten gozar de una situación favorable. Sin embargo, el 33% restante está por debajo de ese límite y son califican / son clasificados como pobres. No hay familias por debajo de la línea de indigencia, lo cual es muy positivo, ya que implica que no hay realidades de pobreza extrema.

Cohesión social

Si bien se realizan ciertas actividades comunitarias, la participación de la población suele ser baja. En general, un grupo reducido y no muy variable es el que más se compromete con las acciones. Algunas instituciones se van haciendo presentes con el tiempo y sus actividades y propuestas también van creciendo, pero las que se desarrollan con más fuerza son aquellas abiertas a toda la población en general.

Capacidad para autosustentarse

Tomando el sector de trabajo formal, el 23% de los saladerenses se ocupa en comercios –en su gran mayoría localizados en el pueblo– o servicios. Un 11% de la población económicamente activa pertenece al sector de actividades primarias y realiza tareas como peón o cumple otras  funciones en los campos de los alrededores, o se dedica a la pesca, actividad muy importante a lo largo del río San Javier.  Otro 7% tiene empleos públicos, en los que predominan  los servicios directos para la comuna (mantenimiento de espacios verdes, empleados administrativos, etc.). La misma proporción trabaja en actividades secundarias, casi únicamente en el aserradero ubicado junto al pueblo.

Un gran porcentaje de la población obtiene pequeños ingresos  como changarines, aprovechando las demandas de los dueños de las casas de fin de semana para su mantenimiento, tanto de los jardines como de la limpieza del hogar. Un resto de los saladerenses son jubilados o amas de casa.

   

Si bien las actividades económicas que se realizan son diversas, gran parte del pueblo opina que la única fuente segura de trabajo es el aserradero, pero señala que se trata de un trabajo que se realiza  en malas condiciones y con sueldos insuficientes. En muchos casos, se compensan los bajos sueldos, cualquiera sea la fuente de trabajo, con la actividad emprendedora de las amas de casa, que, por ejemplo, venden pan casero. Los varones también hacen pequeñas actividades que suman de a poco lo necesario para obtener los ingresos que les permitan vivir mes a mes.

   

Evolución del pueblo

A ritmo lento, Saladero Cabal crece: en cantidad de población, en infraestructura, en servicios, en el número de turistas que lo visitan. Coinciden sus habitantes en que en las últimas décadas ha habido mejoras en el pueblo, si bien queda mucho por hacer. El foco principal de desarrollo está puesto en el turismo, que, con su crecimiento, genera que Saladero se vea motivado para la mejora de su infraestructura y oferta de servicios que –apunten o no a los turistas– resultan de apertura a toda la comunidad. Por ejemplo, la apertura de la Oficina de Turismo no solo generará un puesto concreto de trabajo, sino que servirá de nexo entre el turista y todos aquellos pobladores que ofrezcan o quieran ofrecer algún producto o servicio para ellos para  incrementar así sus ventas.

Problemas que enfrentan

De acuerdo con la opinión de los saladerenses, el problema más importante que enfrentan es la falta de fuentes de trabajo. Mencionan al aserradero como única opción cercana, por lo que las mujeres quedan sin posibilidades ya que allí no hay tareas para las que sean tomadas. Incluso contar solo con el aserradero no es suficiente para la cantidad de familias que hay en el pueblo y los requerimientos económicos para que puedan mantenerse.

La falta de trabajo resulta en que la gente del pueblo tenga que irse a vivir lejos de allí; pero, en su reticencia a hacerlo o por las dificultades que conlleva la migración, las familias optan por buscar formas de sumar ingresos.

Las falencias en la atención de salud es otro de los problemas en tanto el servicio, si bien suple los requerimientos básicos, se presta con horarios límite y solo de lunes a viernes, por lo que se corren riesgos si hay emergencias fuera de esos días y horarios.

Un reclamo generalizado en todo el pueblo es la necesidad de contar con educación secundaria. El solo tener una escuela primaria obliga a los jóvenes –en el mejor de los casos, cuando las familias pueden afrontar al gasto de transporte– a tener que  viajar a las localidades vecinas –Helvecia, San Javier o Colonia Macía– para completar sus estudios. En los otros casos, cuando no pueden solventar el gasto de transporte, una vez terminado el primario se quedan en el pueblo, haciendo changas o pasando el tiempo sin mucho por hacer. Es un problema que preocupa a las familias y que deriva en que muchos jóvenes no puedan conseguir trabajo por no tener los estudios escolares completos.

Un proyecto de educación es lo que más desean los habitantes de Saladero Cabal. Concretamente, que sea posible para los jóvenes completar su educación con una escuela secundaria en su propio pueblo.  Es un sueño compartido por muchas generaciones: tanto los mismos potenciales alumnos, como sus padres y abuelos.

Por otro lado, y con menos urgencia, muchos padres y madres de familia desean que sus hijos cuenten con opciones de entretenimiento, para que los tiempos de ocio no equivalgan a tiempo perdido. Actividades deportivas, culturales y de diverso tipo serían oportunidades de intercambio social, algo positivo para mantener buenas relaciones entre los jóvenes.